La dieta informativa: Consumir menos noticias te va a salvar la vida (y la cordura)

Iñigo Morete Ortiz

2/10/20253 min read

La dieta informativa: Consumir menos noticias te va a salvar la vida (y la cordura)

Es sábado 8 de febrero, y escribo estas líneas mientras guiso y se me desinflama el tobillo.

Las noticias. Ese maravilloso (ser, lugar, espacio, invento) que nos mantiene "informados" y "conectados" con el mundo. ¿Quién no disfruta despertarse cada mañana con una dosis fresca de catástrofes, crisis políticas y pronósticos económicos apocalípticos? Es como empezar el día con un chute de adrenalina y estrés, pero en vez de dejarte energizado, te deja con ganas de volver a la cama y no salir jamás.

Y no olvidemos a su prima hermana, la telebasura, esa obra maestra de la degeneración intelectual que nos hace sentir simultáneamente superiores e infinitamente tristes por el futuro de la humanidad. Sí, creo que toda España -también he visto que ha cruzado el charco- estamos viendo memes y vídeos virales de Montoya y la Isla. Entre realities donde la dudoda inteligencia humana alcanza nuevas cotas y tertulias donde el griterío sustituye al debate, tenemos algo que yo qué se.

El menú del día: pánico con salsa de impotencia

Imagina que tu cerebro es un simpático hámster corriendo en su rueda. Así, de estos amarillos-marrones y gorditos. Ahora, imagina que esa rueda está conectada a una manguera que dispara noticias a presión. ¿El resultado? Un hámster mareado, exhausto y probablemente con ganas de jubilarse de su trabajo de hámster.

Así es como se siente, más o menos, tu cerebro después de una sesión maratónica de consumo de noticias. Pero ojo, que no todo es culpa de los medios. Nosotros, cual adictos a la cafeína en busca de su dosis matutina, nos lanzamos sobre nuestros dispositivos apenas abrimos los ojos. "¿Qué me he perdido mientras dormía? ¿Se ha acabado ya el mundo? ¿Tengo que empezar a acumular latas de atún y cerillas?"

Este festín informativo nos ha llevado a desarrollar lo que se conoce como "el síndrome del apocalipsis inminente". Síntomas: creer que vivimos en la peor época de la historia humana, pensar que todo tiempo pasado fue mejor (sí, incluso la Edad Media con sus encantadoras plagas), y tener la certeza de que el fin está cerca (pero nunca lo suficientemente cerca como para dejar de pagar la hipoteca, por lo que sea).

La realidad es que, estadísticamente, vivimos en la época más segura y próspera de la historia. Pero claro, eso no vende periódicos ni genera clics. "Todo va relativamente bien" no es un titular muy sexy, ¿verdad?

El postre: un mundo menos aterrador

La buena noticia (sí, están escondidas, pero existen) es que reducir tu consumo de noticias puede tener efectos sorprendentemente positivos. Podrías descubrir que tienes tiempo para hobbies que no impliquen scrollear frenéticamente en tu teléfono. Quizás hasta recuerdes cómo era mirar por la ventana sin la compulsión de documentarlo en Instagram.

Y lo mejor de todo: puede que te des cuenta de que el mundo no es tan terrible como parece en las noticias. Sí, hay problemas, pero también hay gente trabajando para solucionarlos. Y no, el apocalipsis zombie no está a la vuelta de la esquina (y lo que molaría, qué).

De hecho, me estoy leyendo este libro. Os dejo el enlace por aquí, la verdad que mola

Así que ya sabes, la próxima vez que sientas la tentación de sumergirte en el mar de la desesperación informativa, recuerda: tu salud mental te lo agradecerá. Y quién sabe, tal vez descubras que la vida es bastante más agradable cuando no estás constantemente esperando el fin del mundo.